La montaña rusa emocional de la maternidad me llevó a mis manos, y a través de ellas doy salida a mi energía creativa. Disfruto de la coordinación entre ellas, mi corazón y mi mente.

Es mi formación, ejercida de forma liberal durante diez años. Haga lo que haga, inevitablemente es una arquitecta quien lo hace.

Mi mente técnica siempre acompaña a mi corazón.

Orgullosa mamá de dos niñas fabulosas que dan alegría a mi vida. Tenerlas es lo más transformador que me ha ocurrido, una tremenda oportunidad para re-conocerme, re-encontrarme, re-inventarme... Un viaje intenso, duro, reconfortante, doloroso y emocionante.

Y como tal, poseedora de una energía vital cíclica de la que se nutre mi brújula interna.

Busco que el resultado final de mis acciones me deje ese gratificante poso de satisfacción y orgullo al concluir un trabajo bien hecho.

Soy exigente y me gusta serlo.

No me conformo con una bonita apariencia externa, también me interesan los interiores.

Más allá de la superficialidad, se encuentra la autenticidad de lo que el interior alberga.

Entendida como el cuidado de los ecosistemas a través de los materiales, procesos, individuos y relaciones.

Pongo mi creatividad y mi singularidad al servicio de las relaciones entre las personas y sus universos personales individuales.

Con ello, aspiro a contribuir con mi granito de arena en el camino hacia un mundo más sostenible en todos los sentidos.